El Festival de la Tierra en Calceta tenía promesa de ser el Woodstock de la agroecología andina, y el cual superó. El ambiente de ESPAM (Escuela Superior Politécnica de Manabí) ofreció aulas, cocinas, auditorios y la granja de investigación para el evento. Los talleres durante este fin de semana fueron alentadores, informativos y abarcaron una amplia selección de temas relevantes para la variedad de participantes.
Situado en el centro del campus, el bosque fue el entorno para la feria y la cafetería donde se disfrutó de la variedad de la cocina y vendedores Manabitas.
Participé en talleres de principios agroecológicos aplicados, que incluyen: manejo de microorganismos del suelo, prácticas agrícolas biointensivas y principios de bioconstrucción. También participé en la historia de la agroecología ecuatoriana ofrecida por Javier Carrera y el erotismo en la gastronomía manabita por Libertad Regalado. Ambos ofrecieron un taller cautivador y relevante que me dio, como canadiense en Ecuador, una gran cantidad de contexto cultural regional. Una de las mejores partes del evento, y quizás la parte verdadera del término «festival» fueron las noches de baile, discusión e inmersión en un paisaje cultural de agroecología.
Fomentar el empoderamiento de los asistentes como movimiento, en un espacio para disfrutar la naturaleza y conocimiento es una fantástica metodología y el Festival de la Tierra, lo logró.
Los oradores, organizadores, cocineros, estudiantes e invitados pudieron participar en un acto de rebelión gozosa contra las realidades en debate (transgénicos químicos, individualismos, monocultivos) que se debatieron durante el fin de semana. En un entorno como este, como «greenhorne» me quedé lleno en estómago, mente y alma. También en esta práctica del español que es muy necesaria.
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The Festival de la Tierra in Calceta had all the promise and anticipation to be the Woodstock of Andean agroecology, to which wass surpassed. The atmosphere of the ESPAM (Escuela Superior Polytecnica de Manabi) offered classrooms, hotel kitchens, auditoriums and the research farm for the variety of tallers and classes. The workshops over the weekend were encouraging, informative and spanned a wide selection of topics relevant to any of the variety of participants. Situated in the center of the campus, the feria and cafeteria had their place in the Bosque, which provided a different environment for those who were also there to enjoy the plentiful amounts of Manabian cuisine and vendors. Myself, I took part in a large proportion of the applied agroecological principle workshops, including: soil micro-organism management, bio-intensive farming practices and principles of bio-construction. Beyond that, I also participated in History of Ecuadorian Agroecology offered by Javier Carrera and Erotisism in Manabian Gastronomia from Libertad Regalado; both of which offered a captivating and relevant workshop which gave me, as a Canadian in Ecuador, a great deal of regional cultural context.
One of the greatest parts of the event, and perhaps the true part of the term “festival” were the evenings of dance, discussion and immersion into a cultural landscape of agroecology. This settings foster an incredible amount of empowerment to a movement by giving it room to be a place of enjoyment, which the Festival de la Tierra did fantastically. Speakers, organizers, chefs, students, and guests were all able to participate in an act of joyous rebellion against all the topics of debate that were discussed over the course of the weekend. As a “greenhorne” to an environment such as this, I have left with a full stomach, mind and soul, as well as some well needed spanish practice.
Texto y Fotos Por: Sam Vermeulen.