Agrotóxicos = muerte. Agroecología = vida

CLOC-Via Campesina

El 3 de diciembre se conmemora el día mundial de lucha contra los agrotóxicos, al recordar la tragedia de Bhopal, India en 1984. La explosión en la fábrica de agrotóxicos de la Union Carbide, mató a más de tres mil personas. En total 25 mil fallecidos y más de 100 mil enfermos crónicos dejó este suceso. Recordamos esto como uno de los más oscuros episodios de la industria agroquímica que impulsa la locura de producir alimentos utilizando sustancias altamente toxicas y peligrosas para la salud humana y de la naturaleza.

 

La situación del uso de agrotóxicos en el Ecuador

Una investigación realizada por Alexander Naranjo, condensada en su libro “La otra guerra” publicado recientemente, nos revela datos alarmantes y preocupantes:

  • En el 2015 Ecuador importó 36 681 ton. de agrotóxicos a un costo de 261 millones de dólares.
  • Entre 2006 y 2010 se cuadruplicaron las toneladas de agrotóxicos por cada mil ha.
  • Para el 2010 el consumo de agrotóxicos fue de 6,35 kg/habitante.
  • Después de Colombia, Ecuador es el segundo país con mayor consumo de agrotóxicos en la comunidad andina.
  • Las empresas que importan y venden agrotóxicos en el país han consolidado su capital. AGRIPAC por ejemplo en el 2015 ocupó el puesto 35 en el ranking de las 100 mayores empresas en Ecuador
  • Actualmente hay registro para 848 plaguicidas de los cuales 13 aún son extremada y altamente tóxicos. (1A y 1B)
  • En el 2013 los casos de intoxicaciones registrados fueron 1877 siendo las provincias de Manabí, Guayas y Pichincha donde más casos se presentaron.
  • La mayoría de los casos de intoxicación son con herbicidas como el Paraquat y Glifosato.

Preocupa que la importación de agrotóxicos se realice sin aranceles y que el Estado los promueva en Kits agropecuarios entregados por el Ministerio de Agricultura, con la falsa ilusión de bajar los costos de producción e incrementar los rendimientos.

Tanto campesinos, como consumidores y defensores de la naturaleza nos preocupa el veto que realizó el expresidente Correa a la ley de agrodiversidad, semillas y fomento de la agricultura sustentable. Ya que permite el ingreso de semillas transgénicas para fines investigativos, consideramos que esa es la puerta de entrada a la producción comercial de estos cultivos, y que por su carácter de explotación bajo el modelo de monocultivo, están amarrados a un paquete tecnológico que contempla la aplicación de grandes cantidades de agrotóxicos, principalmente Glifosato.

El 88% de los transgénicos que se producen actualmente en el mundo son resistentes a este agrotóxico que como señala Naranjo, es el más comercializado en el país y uno de los principales causantes de las casi 2000 intoxicaciones que ocurren al año en Ecuador.  

Es de esperar entonces que con el ingreso de transgénicos al país se incremente el uso del glifosato, herbicida que fue declarado en el 2015 como potencialmente cancerígeno por una comisión de la Organización Mundial de la Salud [OMS]. Argentina es un ejemplo del problema donde pasó de usar 1 millón de litros en 1992, a casi 300 millones de litros en 2015.

 

Rompamos la condena del uso de agrotóxicos en nuestros alimentos

Realmente nunca hemos necesitado estos qumicos. La agroindustria ha creado el mito de la baja productividad y la necesidad de producir más comida a como de lugar, pues hay una población creciente. Este mito ha sido además avalado y promovido por instancias internacionales como la FAO, las universidades, centros de investigación y ministerios, justificando de esta manera el uso de agrotóxicos, fertilizantes sintéticos y demás componentes del paquete tecnológico asociado a lo que conocemos como agricultura convencional. Es decir, han jugado con el hambre para promocionar un modelo agrícola que solo beneficia empresas y terratenientes.

El hambre es un problema estructural que tiene que ver con la distribución y no con la producción de alimentos. De tal manera que a pesar de que en el mundo entero se produce alimentos como para alimentar a casi 12 mil millones de habitantes, aun casi 800 mil personas sufren de hambre, paradójicamente mas de 1900 millones sufren sobrepeso u obesidad según datos de la misma FAO y la OMS. Esto sin considerar que hasta un tercio de todos los alimentos se desperdicia.

La agricultura convencional no es la solución, ni siquiera logra solventar al problema de plagas y enfermedades, que cada año destruyen casi el 30% de las cosechas. El uso de agrotóxicos es un fracaso y una de las principales causas de un espiral de desequilibrio, que tiene en jaque al modelo convencional de producción de alimentos.

Frente a esta situación la agroecología es una alternativa, no solo desde el punto de vista tecnológico, sino social y ambiental.

Una de las bases fundamentales de la agroecología es mantener el suelo sano, vivo y equilibrado que permite el desarrollo adecuado de los cultivos, una producción animal adecuada y por supuesto una producción de alimentos sanos ricos y nutritivos. El suelo sano es garantía de plantas, personas y animales sanos. Esto es en resumen la trofobiosis: la vida en función de la alimentación, todo ser vivo que se alimenté bien tiene un mejor desarrollo y es menos propenso a los desequilibrios que generan las enfermedades.

Por otra parte, la salud de los cultivos depende de un principio básico de la naturaleza: el equilibrio y la diversidad tanto en el suelo como arriba de él, garantizando una armonía, una regulación natural de poblaciones de insectos y microorganismos, por lo que no se manifiestan ni plagas ni enfermedades. Una práctica sencilla como la siembra de flores de polen expuesto como lo girasoles, caléndula, cosmos y tagetes proveen el polen y néctar que requieren insectos como las mariquitas y las crisopas que son depredadores de insectos que pueden ser plagas como los pulgones. Como este caso hay una gran diversidad de insectos que se alimentan de otros, y de esta manera podemos mantener un equilibrio en los cultivos. Lo mismo sucede cuando generamos las condiciones favorables para el desarrollo de microorganismos como el hongo trichoderma que controla otros hongos, como el fusarium, también con hongos, bacterias y virus entomopatógenos, que enferman y controlan a los insectos que se alimentan de las plantas.

Finalmente, aunque la agroecología es una agricultura de principios y no de recetas y por definición nos oponemos a los paquetes tecnológicos y a la simple sustitución de insumos, se han desarrollado prácticas de manejo de caldos minerales y biopreparados que ayudan a regular las poblaciones de insectos y microrganismos hasta que se recupera el equilibrio y la biodiversidad en las fincas.

La agroecología es la agricultura de la vida frente a la agricultura de la muerte que propone la agroindustria.

NO MAS AGROTOXICOS. NO MAS MUERTE.

Texto: Eduar Pinzón / Fotos: archivo / infografía: Alex Naranjo