La comercialización doméstica de alimentos no es un tema muy popular. Ni la política, ni la academia se han interesado mucho en las millones de transacciones comerciales, decenas de miles de comerciantes y centenares de mercados a través de los cuales llegan nuestros alimentos, especialmente las frutas y verduras frescas, de las fincas a nuestros platos.
Sin duda, hemos escuchado alguna noticia sobre los mercados municipales, especialmente aquellas relacionadas con la especulación, los problemas de higiene, el tráfico, la Mama Lucha… O de uno u otro estudio sobre la cadena de un alimento específico… Sin embargo, mucho queda por descubrir, analizar y debatir sobre cómo han llegado los alimentos del campo a la ciudad en las últimas décadas. ¿Quiénes son estas personas que día a día hacen posible que las ciudades del país se puedan alimentar? ¿De dónde se abastecen? ¿Cuáles son sus trayectorias familiares y económicas?
En contraste, otro fenómeno es cada vez más visible y cerca de las puertas de nuestras casas: la multiplicación de las tiendas de grandes cadenas de supermercados. El aumento permanente de locales de las grandes cadenas a partir de los años 1990, pero aún más rápido a partir de los años 2000, ya es parte de la cotidianidad citadina en muchas urbes del país.
La apertura reciente de un supermercado Akí en La Vicentina –un barrio del Quito céntrico con una estructura comercial densa, tejida por muchos negocios tradicionales– permite estudiar más de cerca y “en vivo” cómo la comercialización de alimentos está cambiando ante nuestros ojos. Con este objetivo un grupo de voluntarios y voluntarias organizaron en el mes de septiembre una encuesta sobre las relaciones de abastecimiento de los hogares de los barrios La Vicentina y San Pedro-San Pablo.
Entre estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central y la Escuela Politécnica Nacional se logró captar las relaciones de abastecimiento de más de 350 hogares. Gracias a una metodología relacional no sabemos solamente dónde estos hogares compran qué alimentos, sino también en qué establecimiento, mercado o supermercado específico suele hacer las compras.
Si bien recién la repetición de la encuesta en un futuro cercano nos mostrará los cambios en las lógicas y estructuras de abastecimiento de los hogares, un vistazo preliminar a los resultados y la experiencia de encuestar a los moradores nos hizo entender que la cuenca alimentaria de los dos barrios es multifacética; y más de lo que nos imaginamos. Los hogares no solamente compran en mercados públicos y supermercados –algo que se podría esperar–, sino también aprovecha la oferta de agricultores peri-urbanos de barrios vecinos, ferias sabatinas donde pueden comprar el queso directamente a la productora, alimentos tradicionales fabricados por los propios vecinos, pescado vendido “a pedido”, el mote de la señora que está desde hace más de veinte años en el parque central, etc. De esta manera, las relaciones de abastecimiento son parte de la vida pública del barrio: la cantidad de tiendas, vendedores ambulantes, ferias y los trayectos entre estos y los hogares crean día a día espacios de encuentro entre vecinos y vecinas. Y eso: el interés por productos orgánicos. ¿Dónde se puede comprarlos? ¿Qué son? ¿Qué está mal de los alimentos que suelo comprar? ¿Dónde puedo informarme?