Ahora que hemos pecado en comer demás durante las fiestas, y tal vez ni la digestión ni nuestro peso sean de nuestro agrado, tenemos la oportunidad de transformar nuestras costumbres hacía alimentos que son nutritivos y a la vez realmente ricos.
La forma en la que comemos es importante. Para empezar, tenemos la tendencia de consumir más que nuestros cuerpos necesitan. Sugiero tomar un vaso grande de agua media hora antes de las comidas. Y luego, cuando comamos, mastiquemos despacito para darnos la oportunidad de realmente saborear la comida. Cuando comemos con calma y despacio, nos sentimos satisfechos más temprano y por lo tanto comemos menos.
Al seleccionar alimentos nutritivos para nuestros cuerpos intentamos también incluir su efecto en el ambiente (calentamiento global, huella de carbono, etc.). Así los alimentos saludables pueden ser locales. Aquí en los países de los Andes, hay una abundancia de biodiversidad aún en alimentos tan comunes como papas, tomates y frijoles.
Me encantan las papas nativas por la variedad de sus formas y colores. De hecho, mi resolución para el nuevo año es de solamente conseguir papas orgánicas o agroecológicas. En este link encontrarás la guía de las ferias agroecológicas en el Ecuador.
Los tomates se originaron en América de Sur, igual como las papas y los fréjoles. No hay comparación en sabor ni en sus jugos entre un tomate orgánico o agroecológico y un tomate convencional.
Los fréjoles son una fuente muy saludable de proteína y en comparación a la proteína animal casi no tiene una huella de carbono y tampoco tienen antibióticos. Su cultivo no requiere el talado de bosques y no producen metano como el ganado.
Una contribucion de Michelle O. Fried,
nutricionista en salud pública y escritora del libro
Un Mundo de Comida con los Ingredientes del Ecuador.